A vueltas con los vómitos
Si tuviera que escoger una sola preocupación de todas las que me asaltan desde que soy mamá, no tendría dudas : los vómitos.
El peque vomita mucho, muchísimo. Vomita cuando termina de comer, pero también entre tomas, que echa leche a medio digerir, mucha leche. A él no parece importarle demasiado, y se ríe a carcajadas entre bocanada y bocanada. Y nosotros no damos a basto : ponemos una lavadora cada dos días, le cambiamos de ropita unas 7 o 8 veces al día, usamos baberos, y le ponemos toallas en vez de sábanas. Da igual cuántas veces freguemos en suelo al cabo del día o cuántas veces lavemos su hamaquita, que todo en nuestra casa está pegajoso y huele a requesón.
Por suerte yo tengo mucha leche, y aunque vomite siempre tengo de más para que pueda comer y no le falte.
Hemos probado de todo : sacar aires, ponerlo vertical después de todas las tomas,… Lo único que ha funcionado un poquito ha sido espaciar un poco las tomas : desde que intentamos que pasen al menos 3 horas vomita algo menos, un cambio apreciable pero no suficiente.
El otro día en el pediatra el peque vomitó 5 veces en apenas 15 minutos que duró la consulta, y así el médico pudo ver a qué nos referíamos. Le pareció llamativo. Aun así, hay algo que no le encaja : el peque ha ganado peso, bastante además.
Nos ha mandado a hacer una ecografía del estómago, para la que tenemos cita dentro de 10 días. Sospecha que tenga un problema en el píloro. En principio, menos el hecho de que gana mucho peso, que eso no encaja, parece que todo lo demás apunta a eso : se da más en primogénitos varones, vómitos muy frecuentes y violentos, apareció de repente a los 14 días de nacer,… Todo parece encajar. Yo aterrada con esta opción, ya que la solución pasa por la cirugía, una operación supuestamente sencilla, pero que se hace con anestesia general. Esperemos que no sea nada… Mejor no pensarlo mucho y esperar.
El caso es que ayer, dándole vueltas y recapitulando todo se me pasó otra cosa por la cabeza … Ayer el chiquitín tuvo un día especialmente malo, vomitando muchísimo y estando bastante inquieto. Y no sé si fue casualidad o no, pero analizando todo lo que habíamos hecho ayer y no otros días, me di cuenta de que había tomado más lácteos de lo que suelo tomar : medio vaso de leche a las 5 de la mañana, otro vaso en el desayuno, un yogur para merendar y una pizza con algo de queso en la cena. No son demasiados lácteos, pero sí que es más que otros días. Y empecé a darle vueltas ¿no tendrá algo que ver? Buscando por Internet enseguida encontré mamás que decían que sus bebés, alimentados únicamente con leche materna como el mío, tenían intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, que se las pasaba la mamá a través de la teta. Y la cosa es que atando cabos creo que también encajaría : vómitos, cacas muy líquidas, dolor de tripa… No apareció al nacer como suele hacer, pero es que yo estuve 10 días ingresada después del parto por complicaciones, y como en el hospital la leche la sirven caliente y a mí así no me gusta, pedía zumo. Y coincidiría el hecho de que vomita menos por la noche, no sería porque está más tranquilo, sería porque hace más horas desde mi desayuno con leche. Y hay noches que echa más, y claro, hay noches que yo ceno pizza o rollito con jamón y queso, mucho queso.
En fin, que como no hace daño y no perdemos nada, mientras llega el temido día de la ecografía, me voy a poner a dieta : nada de lácteos ni derivados ni alimentos con trazas. Es una dieta muy complicada, ya que llevan proteínas de leche de vaca las cosas más inimaginables: el jamón de york, las galletas, la horchata, comida preparada… He leído que se tarda unos 10 días en eliminar la proteína de la leche de vaca en la leche materna, así que 10 días de dieta. Ya os contaré si mejoramos algo, mientras cruzo los dedos para que en la ecografía no salga nada malo ¡pobrecito chiquitín, tan inocente y ya con estas cosas!