Don de gentes y poder de seducción

Ya os he contado alguna vez que siempre que íbamos por la calle se acercaba algún desconocido a decirle al peque lo despierto que está, o a cantarle los cinco lobitos o decirle cualquier piropo de lo más variado. Estaba yo bastante sorprendida de la cantidad de gente que atrae el peque ¡cuánto le gustan a la gente los bebés!. Es verdad que los bebés son muy monos, y que el peque está muy guapo con su gorrito de orejas de oso, pero ¿es normal que se acerquen tantos, tantos, tantos desconocidos a decirle cosas? Y ¿por qué se acercan mucho más a verle ahora que cuando era más pequeño?. ¿Por qué cuando va dormido apenas vienen unos pocos y cuando va despierto es capaz de que le digan cosas todas y cada una de las personas con las que nos cruzamos? Es realmente algo muy exagerado… 
Total, que resulta que, aunque no nos habíamos dado cuenta hasta ahora, nuestro peque es un indizcador. Cual pavo real sabe desplegar todos sus encantos cuando ve gente nueva. Y si con eso no basta  para que le digan lo guapo que está no duda en utilizar todos los recursos a su alcance para conseguirlo. 

Lo normal es que con quedarse un buen rato mirando a alguien fijamente y sonreirle cuando le miran ya baste. Si no es suficiente y después de un tiempo prudencial no le han dicho nada, pasa al siguiente nivel : empieza a reírse mientras les mira fijamente. ¿que todavía no le han dicho nada? bueno, no pasa nada, aún quedan recursos : grito estridente, y, cuando se giran una enorme sonrisa. Normalmente en este punto ya han caído más del 95% de la gente, y ya hay alguien cantándole algo o diciéndole algún piropo. Y él, todo hinchado de orgullo sonriendo o riéndose a carcajada (las risas para esos que le dedican una canción). Aun así, para esos pocos a los que todavía no ha conseguido llamarles la atención, aún tiene más recursos, y no para de utilizarlos hasta que consigue su objetivo: se agita, se echa hacia adelante, les saca la lengua… Va pasando de fases… Hasta que caen. 
Así pues, si vamos en el bus y hay 30 personas por ejemplo, consigue que todos, absolutamente todos, le hayan dicho algo al cabo del trayecto. O si vamos al supermercado, todos los que hay en la cola terminan haciéndole monerías. Tan pronto coquetea con una señora mayor como con un chico joven. 
Últimamente también nosotros nos socializamos mucho más, ya que hay que saludar a todos los que se acercan. Incluso ya muchos nos conocen como «los papás de», y nos comentan que ya han visto al peque cuando iba con su abuela (aunque no los conozcamos de nada ni conozcan a mi madre de nada), abuela que ya es conocida también como «la abuela de». 
Ahora comprendo eso de los que usan a los hijos para ligar. ¡Lástima que ya no estemos casaderos!

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