La inocencia de los niños: ¿por qué estás tan gorda?
– «¿Y por qué estás tan gorda?»
Esto es lo que me preguntó el otro día mi prima pequeña, que tiene algo menos de 3 años, con un poco de cara de preocupación y sin quitar vista de mi tripa.
Hace unos meses ya le estuvimos explicando que iba a tener un sobrino nuevo, que sería un bebé muy chiquitín al principio, pero que más adelante sería un niño con el que podría jugar.
Le explicamos que el bebé estaba creciendo en mi tripita, y que se tenía que hacer aun mucho más grande y que por eso hasta el verano no iba nacer. Por lo visto en ese momento no llegó a asimilar esto mucho y al ver semejante barriga se había asustado pensando que me pasaba algo malo. Cuando esta vez le volvimos a explicar que tenía tanta tripa porque ahí estaba creciendo un bebé le pareció mágico.
Una vez que se le fue la cara de preocupación después de la explicación, enseguida se volvió a acercar a ver cómo era aquello. La curiosidad se desató. Pudo tocar la tripa y notar cómo se movía el bebé. Cara de asombro y sorpresa. Risas.
Y luego, girándose, le volvió a contar a su mamá. «¡Aquí hay un bebé!» – mientras señalaba la tripa.
Al cabo de unos pocos minutos en los que ya se le notaba satisfecha con la explicación volvió. «Aquí hay un bebé»- señalando la tripa. «¿Y aquí qué? ¿hay más bebés ahí?»- señalando el pecho.
Jaja, casi me parto de risa. La verdad es que esa salida no me la esperaba. – «No, ahí no hay más bebés. Ahí se está preparando leche para que el bebé pueda comer cuando nazca. Es como si tuviera dos bibes para el bebé». – le explicó su mamá.
Ahora cada vez que me ve, vuelve a contar a todos contenta – «¡ahí hay un bebé!».
Es la edad de explorar y descubrir, de preguntar. Me encanta esa inocencia de los niños y ese espíritu curioso.