No somos los mismos
Estos días de Navidad es momento de reencuentros, de quedar con viejos amigos y de salir mucho. Y es ahora cuando nos damos cuenta en mayor medida de cuánto nos ha cambiado la vida en los últimos meses.
Casi ninguno de nuestros amigos tienen hijos (aunque con treintaytantos años ya estarían en edad…), apenas unos pocos están casados. Así que cuando quedamos, ellos cuentan sus aventuras de sus salidas nocturnas, de sus vidas alocadas y sus juergas, de sus últimos ligues … y nosotros de las travesuras del peque, de la guardería, de los paseos por el parque.
Apenas 16 meses de tenerlo y ya somos otros. Aunque nos une una amistad muy fuerte, de repente vivimos en universos distintos. Y la verdad, es que no me dan ninguna envidia. Todas esas cosas quedan muy muy lejos.
Ahora en cambio es nuestro momento de disfrutar de la dulzura de despertarnos llenos de tiernos besos con babas, de la risa incontrolada que da zarandear al pequeño regordete, de jugar al «misinitos», de cantar «el barquito de cáscara de nuez», …
Y con el año nuevo llega el momento de hacer balance, y de hacer buenos propósitos para el año que viene. Creo que vamos a tener un año muy muy movidito.
¡Que paséis unos días muy dulces! y feliz año nuevo.