18 meses

Casi sin darnos cuenta, el tiempo ha volado, y nuestro bebé (cada vez menos bebé y más niño), ya tiene 18 meses.

Estos últimos meses su evolución ha sido de vértigo. Es muy vivo, y se da cuenta ya de todo lo que pasa a su alrededor, memoriza todo, … vamos, que es plenamente consciente de todo lo que se cuece a su alrededor. Por eso ha llegado un momento en el que es imprescindible que le expliquemos todo lo que pasa y lo que va a pasar en el día a día, porque, si bien hace unos meses teníamos dudas sobre si entendía todo lo que decíamos, ahora estamos convencidos de que sí, no se le escapa una.

Coincidiendo con esto, ha llegado el momento de dejar de ser «malos padres», y desterrar de nuestro vocabulario todo rastro de palabras malsonantes (el día que intentó decir algo similar a «mecagüen la mar salada» decidimos que había llegado el momento) y de ser bastante ejemplares y consecuentes con todo.

Todavía no habla casi, aunque sí que «charra» mucho. Habla en su idioma que sólo él conoce, y nadie más sabe qué estará diciendo. Apenas ha aprendido alguna palabra más desde que tiene el año, pero estoy segura de que el día que se lance a hablar va a ser tremendo. De momento seguimos con el teta, mamá, guau-guau, ta (galleta), cua-cua (pato), cucu (uno de sus cuentos), … y poquito más. Por ejemplo, a su papá le llama mamá (ya que ha aprendido esa palabra tiene que amortizarla, debe ser). Es curioso porque alguna palabra que decía este tiempo atrás ya no la dice. Ya llegará su momento, tiene que soltarse.

Respecto al movimiento ha evolucionado mucho. Ahora es capaz de hacer muchas más cosas: corre, salta, juega a la pelota que da gusto verle, se arrastra como un gusano para sacar su pelota de debajo de la mesa, trepa…
Desde hace meses que no quiere ni ver el carro, e intenta él ir andando a todas partes, aunque se cansa enseguida y termino con él en brazos ¡con lo que pesa ya!. Es una edad muy mala para los desplazamientos.

Con la comida seguimos igual de bien: come mucho, con muchas ganas, y de todo. Todo entero y cogiendo él solo con el tenedor. Da gusto verle: le dejas el plato y come él solo, sin que nosotros le tengamos que decir nada y sólo ayudándole en días contados que la comida es más difícil de coger (la sopa por ejemplo). Come lo mismo que nosotros, tal vez cortado un poquito más pequeño, pero sin hacer distinciones, por lo que es mucho más fácil todo.

El sueño también le ha cambiado, apenas hace un mes. Eso sí, debido a los cambios que hemos introducido. Hemos pasado de ser la casa del caos a ser la casa de los horarios que se cumplen a rajatabla, sin excepciones. Además el peque duerme ahora con su papá, y yo me he tenido que salir de la habitación. Cuando duerme conmigo no para de despertarse, y en cambio con su padre duerme ¡del tirón!. ¡Super increíble!, de verdad, que después de 17 meses sin dormir más de 2 horas seguidas estoy que no me lo creo. No sé si está preparado para dormir él solo, que será el siguiente paso. De momento detecta enseguida cuando está él solo, y se disgusta y llora mucho, se desvela y ya no hay forma de dormir. Aun así, aunque esta no es la situación ideal, esto de poder dormir toda la noche es una novedad tan buena que estamos muy contentos: el objetivo era dormir más horas del tirón y lo estamos consiguiendo ¡bien!.
También se duerme antes. Hasta hace meses perdía más de 2 horas todos los días para dormirlo por la noche y en la siesta. Ahora apenas 15 minutos cada vez, se relaja más.

Y aunque no habla, sí que memoriza y comprende todo. Si le preguntas dónde tiene la boca, el pie, el pelo, la lengua, la tripa… los dice sin dudar.
Le encanta leer cuentos de bebé. Leemos cada día por lo menos 15 ó 20 cuentos. Cuando sus abuelos le regalan un nuevo cuento es el niño más feliz del mundo, ya tiene muchos más cuentos que juguetes. Y le vamos preguntando al leer el cuento «¿dónde está el pájaro? ¿cuál de esos nenes lleva gafas como mamá? …» y él va señalando orgulloso cada cosa ¡se las sabe todas!. Y las que no se sabe en cuanto lo ve un par de veces ya se acuerda para las próximas veces.

Cada vez nos ayuda más en casa: lleva su ropa sucia al cesto, nos ayuda a meter la ropa a la lavadora, lleva nuestros calcetines limpios al cajón, ayuda a poner la mesa, nos pasa la ropa para tenderla, barre («o algo así») cuando nosotros barremos, nos «ayuda» a quitar el polvo, colabora al vestirse, y al sacar su ropa… vamos, que le encanta hacer lo mismo que nosotros hacemos. Quiere aprender a hacer todo lo que ve. Y es una gozada verle, y una buena enseñanza de vida: hay que ayudar en casa. Es cierto que vamos super lentos cuando él nos ayuda, pero cada vez es más independiente y para él es un juego más.

Nos agota cada vez más. Ahora cuando salimos al parque es un no parar de correr. En casa tiene que estar agitándose y haciendo algo constantemente. No tiene ni un minutito de descanso desde que se levanta hasta que se acuesta ¡¡uuufff!!!. Y esto implica buscar actividades constantemente: si no le das tu una actividad, él se busca alguna por su cuenta, como trepar, lanzarse desde el sofá, lanzar juguetes, … lo que sea para llamar la atención.

Está muy cariñoso. Nos da muchos abrazos y besos. Aunque es un poco bruto, y tenemos que tener cuidado con sus efusivas muestras de afecto, sobre todo cuando está con su bisabuela o con sus primos chiquititos.
Tiene una prima de un año más con la que es un juerga cuando se juntan. Se cogen de la mano, bailan, se dan abrazos, juegan, … se buscan mutuamente y se alegran un montón al verse.

Es una diferencia muy grande respecto a cuando escribía los meses anteriores. Ahora estamos mucho más tranquilos, más relajados. El caos total va desapareciendo, y él es cada vez más independiente. Nuestro bebé se está convirtiendo en un niño 😀

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