Empezando con la alimentación complementaria
Cuando el peque ya tiene algo más de 5 meses, nos encontramos inmersos en los primeros pasos de la alimentación complementaria.
Como ya os he contado, hemos decidido intentar «pasar» de papillas y triturados y practicar nuestra propia adaptación del baby led-weanning.
Empezamos a ofrecerle al peque otros alimentos unos pocos días antes de que cumpliese los 5 meses. Como no tenemos antecedentes de alergias en la familia decidimos hacer caso a las recomendaciones de la enfermera y empezar a esa edad, viendo lo desesperado que se tiraba el peque por cualquier cosa que nos viera comer. Eso sí, con la premisa de que iba a ser poco a poco, marcando él el ritmo en cada momento.
Así pues, lo primero que probó fue la naranja. Le dejábamos a su alcance un gajo de naranja mientras nosotros nos comíamos el resto, y él lo cogía con su manita y se lo llevaba a la boca. Los primeros días apenas sacaba unas poquitas gotas de zumo. Era muy gracioso porque la notaba ácida y ponía caras raras, pero seguía comiéndosela y se enfadaba si se la intentábamos quitar.
Pasamos bastantes días con esa dinámica. Fue realmente divertido verle como comía.
Otro día le dejamos un gajo de pera, pero ¡qué desastre!. La pera resbalaba demasiado, incluso dejándole una zona con la piel para que la agarrara mejor. Al final terminaba él lleno de pera y medio frustrado por no saber cogerla. Es también parte del aprendizaje.
Probamos con la red antiahogo, pero no funcionó: no sabe sacar el jugo y acabó estampándola por el suelo.
Al final, para que la probara y ver si le gustaba, probamos a coger nosotros la pera y él rápidamente nos agarró las manos para acercarse la pera a la boca ¡le encantaba también la pera!. Medio gajo de pera que comió.
Pero después de esos descubrimientos, hubo unos cuantos días en los que ya no quiso probar nada más. Tampoco lo intentamos demasiado, la verdad, pero al ofrecerle o dejarle a su alcance cualquier cosa ya no mostraba interés. Pues nada, así pasamos unos cuantos días más…
Esos días probamos también a ofrecerle un poquitín de papilla de cereales sin gluten, que rechazó con cara de auténtico asco «¿por qué me das esa porquería, mamá?» Su cara era todo un dilema, parecía no entender nada…
Bueno, pues ahora resulta, que después de esos días de parón en cuanto al tema alimenticio se refiere, ahora le han vuelto a entrar unas ganas locas por comer cualquier cosa.
Nos ha sorprendido lanzándose al plátano como si le fuera la vida en ello. Lo coge con las manitas y ¡zasca! ¡menudos bocados le da! Y eso que no tiene dientes, que si no… Al principio el plátano le funciona bien porque maneja el trozo con soltura, pero al poco empieza a ser una masa rechupeteada y pegajosa, que termina extendida por todas partes.
Cada día va comiendo un poquito más. Empezó con apenas unas gotitas de zumo y ayer nos sorprendió rechupeteando todos los gajos de una mandarina hasta dejar sólo los pellejos y comiendo luego el equivalente a unos 3 ó 4 dedos de plátano. Aun así, lo comparo con las cantidades que nos dijo la enfermera (que me parecían excesivas para ser «alimentación complementaria») y estamos muy muy lejos de completarlas.
Da gusto verle comer, es todo un espectáculo. Le encanta y disfruta descubriendo sabores. Y cada día muestra más interés.
De momento vamos a seguir así, poquito a poco, marcando él el ritmo y disfrutando de verle comer, la cantidad que él quiera cada día. ¡Os aseguro que es una gozada verle!