¿Qué hacer si un bebé vomita mucho?
Hoy voy a hablar desde la experiencia de tener un bebé que no para de vomitar en todo el día, y contaos todos los pasos que hemos dado desde que nació hasta ahora en este sentido, que por fin hemos visto que no pasaba nada, que es así y ya está.
A los pocos días de nacer, el peque empezó a vomitar mucho. Aunque al principio vomitaba muchas veces pero poca cantidad, poco a poco fue aumentando, tanto en cantidad como en veces al cabo del día. Parecía una fuente y creíamos imposible que le quedara algo dentro del estómago. Encima, al contar al pediatra la primera vez que vomitaba mucho nos decía que era normal, que todos los bebés lo hacían (aunque ni nosotros ni ningún conocido de los que nos visitaban nunca jamás habíamos visto nada igual). Parecíamos los padres primerizos histéricos… hasta que por fin empezó a hacerlo también en su consulta y pudo ver con sus ojos lo que había…
Lo primero que hicimos fue descartar que fuera un virus o una enfermedad pasajera (se comprueba que no tenga fiebre, que el estado general sea bueno, que no esté deshidratado…). Una vez que vimos que no era una enfermedad vírica ni nada por el estilo, pasamos a lo siguiente: hay niños que son muy vomitones y nos ha tocado uno.
Luego hay que diferenciar los bebés que pierden peso de los que no lo pierden. Hay niños que están todo el día vomitando a todas horas y pierden peso o no lo ganan adecuadamente y otros que aun con todo engordan fenomenal.
Por eso, si tenemos un bebé que vomita es súper importante pesarlos todas las semanas y comprobar que engorda (la referencia es unos 150 gramos más a la semana). Si el bebé no engordara o incluso perdiera peso hay que ir pronto al pediatra a consultarle.
Otra cosa muy importante es observar siempre que no esté deshidratado de tanto vomitar. La deshidratación en los bebés se nota porque tienen mal estado general, pasa hasta 6 horas sin mojar el pañal y la orina huele fuerte y es más amarilla, tiene la boca y los labios secos y llora sin lágrimas. Si moja pañales normalmente no debemos preocuparnos, porque eso quiere decir que, aunque esté vomitando mucho, todavía le pasa a la tripa lo suficiente.
Entre los bebés que no ganan peso adecuadamente debido a los vómitos la causa más frecuente es que tenga un problema en el píloro (el músculo de salida del estómago se engrosa tanto que no deja pasar la comida). Este problema se da más a menudo entre primogénitos varones, y aparecen los síntomas de repente en un periodo que va entre los 15 días y el mes de vida. En este caso los vómitos son como una fuente (sale disparado) y se dan en todas las tomas. Si el pediatra sospecha esto nos mandará a hacer una ecografía del estómago del bebé. Nosotros fuimos a hacer esta ecografía, que es totalmente inocua para el bebé, y en unos 20 minutos estaba hecha. Cuando fuimos lo dejamos con el pañal sobre la camilla, conmigo al lado haciéndole cosas y tocándolo para que se estuviera un poco quieto y tranquilo. Le ponen el gel en la tripa y le pasan el aparato (como el que usaba el gine con nosotras en las ecografías del embarazo). Lo peor de esta prueba es que hay que llevar al bebé en ayunas (3 horas antes no puede comer nada), y al nuestro (que es un tragón) no le hizo mucha gracia lo de estar sin comer 3 horas.
Si en la ecografía confirman las sospechas esto se soluciona con cirugía (una cirugía bastante fácil, aunque requiere anestesiar al bebé con anestesia general). Si no lo confirman pero el bebé sigue perdiendo peso tendrán que seguir haciendo pruebas hasta que den con el problema, ya que es importante que el bebé se recupere cuanto antes.
Si el bebé sí que ganaba peso, y descartan el problema del píloro, se puede sospechar de una intolerancia a algún alimento que coma la madre (si le da el pecho) o a algún compuesto de la leche en polvo que se le de. En el caso de la mamá que da el pecho se puede probar a ir quitando durante unos días (10-15 días) de la dieta de la madre los alimentos sospechosos (ya hablé en esta entrada de cómo lo habíamos hecho nosotros). Si le damos leche de bote, se podría cambiar por una leche hidrolizada que venden en las farmacias.
Y si después de todo no hemos encontrado nada y el peque sigue engordando… hay que asumir que tenemos un bebé vomitón y ya está, no pasa nada porque sea así si no le impide crecer. Simplemente tenemos que controlar que siga engordando y que no se quede deshidratado en ningún momento. La enfermera nos ha dicho que cuando empiece con las papillas se le pasará, porque son más sólidas ¡ya os contaré, que aun nos quedan 3 meses!.
Mientras tanto, estas son las cositas que nos funcionan un poco y nos ayudan a llevar un poco mejor el día a día:
- Pesamos todas las semanas para comprobar que siga engordando bien, y vigilamos que todos los días moje los mismos pañales.
- Hay que intentar no agitar demasiado al bebé, sobre todo hasta que pasa un rato después de comer. Por ejemplo, nosotros le cambiamos el pañal normalmente antes de la toma para no moverlo luego tanto.
- Hay que sacarle siempre el eructo y dejarlo en posición vertical un ratito después de la toma. Nosotros nos quedamos siempre tranquilos el peque y yo un ratito en el sillón, haciéndole caricias muy suaves y hablándole bajito para que no se excite mucho y esté quietecito un poco.
- Hay que intentar espaciar las tomas por lo menos 2 horas (nuestro peque cuando comía cada menos tiempo vomitaba lo que llevaba en el estómago al empezar la siguiente toma).
- Hay que controlar que no se le irrite la piel de la cara y el cuello por los vómitos, ya que al estar más en contacto con la leche que echa siempre se irrita más. Nosotros usamos para el cuello cuando esto pasa las pomadas que se usan para las irritaciones del pañal. Además, le ponemos en la cuna y el carrito en vez de sábanas una toalla para que absorba todo y no se le pegue a la cara.
- Hay que cambiarle la ropa siempre que se moje, para evitar que se constipe. Para evitar que se moje tanto vienen bien los baberos, y ponerle al menos 2 capas (ropa y siempre debajo el body), para intentar que la de dentro la lleve seca siempre.
- Como efecto secundario: limpiar siempre en el momento que vomita. En nuestro caso se quedan en el suelo unas manchas que no se van con nada si no las limpiamos en el momento (la leche vomitada se come el brillo del suelo).